Se presenta con un rojo muy profundo y oscuro, a menudo casi opaco, con destellos que pueden variar desde el rubí intenso hasta el granate en el borde, dependiendo de la añada y el tiempo en botella. Su brillo es moderado, mostrando una apariencia densa y atractiva. Las lágrimas son densas y se deslizan lentamente, indicando un buen cuerpo y una concentración alcohólica bien integrada.

La nariz es intensa y perfumada, con una explosión de frutas negras maduras como cereza negra, arándano, mora y cassis. También se pueden percibir notas de ciruela y frutos rojos como frambuesa. La crianza en barrica de roble francés (generalmente 12 meses) aporta aromas especiados muy bien integrados, como pimienta negra, clavo de olor y regaliz. A menudo aparecen toques de chocolate, café, vainilla y un sutil tostado. En añadas con algo más de guarda, o a medida que el vino respira, pueden emerger notas más complejas de cuero, tabaco, grafito y mentol o eucalipto, aportando una dimensión adicional. El conjunto aromático es armonioso y evolutivo, invitando a una exploración constante en la copa.

La entrada en boca es envolvente y potente, con una sensación de gran volumen y profundidad. El vino es rico, concentrado y con una textura deliciosa. Los taninos son maduros, redondos y sedosos, lo que aporta estructura sin aspereza. La fruta negra y roja se mantiene vibrante, fusionándose con las notas de chocolate, especias y un toque de menta o hierbas frescas. La acidez está bien equilibrada, aportando frescura y vivacidad. El final es largo y persistente, dejando un retrogusto placentero donde perduran las notas frutales, especiadas y un toque mineral. Muestra una gran armonía y un sentido del lugar, reflejando su origen en Peumo.

Ideal para acompañar magret de Pato, Gratin de papas o costillas de cordero. Servir a 18 grados y decantar, beber entre hoy y el 2027.