Para seleccionar los lotes que van para este vino (560 cajas de 12 botellas), el enólogo Francisco Baettig ha elegido 4.5 hectáreas de suelos de pizarras, de las 50 hectáreas que Errázuriz tiene plantadas con pinot noir en Aconcagua Costa, a unos 12 kilómetros del océano Pacífico. Se trata de tres parcelas, la más importante de ellas mira hacia el sur, una orientación más fresca que proyecta ese frescor en las uvas, sobre todo cuando se trata de años cálidos como 2019. Este vino tiene un 15% de racimo completo y una crianza en barricas (45% de madera nueva) por 13 meses. El resultado es un pinot superlativo, de mucha intensidad pero a la vez de mucho frescor. La columna vertebral que construyen los taninos contiene todos los sabores frutales en el medio del paladar, haciendo que este vino ofrezca una sensación vertical que subraya su frescor y también apuntala su cuerpo; no se desborda, se siente atlético, fibroso, con mucho nervio. Esta es la sexta versión de Las Pizarras, la más profunda, la más compleja y, quizás, la que tiene mayor proyección en botella.