Exceptuando el syrah, las demás variedades no son normales de encontrar sobre las frescas laderas de la cordillera de la Costa, en Leyda. Sin embargo, este blend de 40% garnacha, 30% syrah, 20% petit verdot y 10% cabernet sauvignon se las arregla para ofrecer fruta madura, suculenta y a la vez rica en frescor. La razón es simple: producciones muy pequeñas (alrededor de 0,5 kg por parra) que sí alcanzan a madurar correctamente, más aún en un año cálido como 2019. El resultado es un tinto que, por un lado, ofrece una madurez generosa, pero por el otro muestra acidez nerviosa y taninos llenos de filo. De este vino se hicieron unas 1.500 botellas.